Lo tengo dicho: ¡¡¡los domingos son para dedicarlos al descanso!!!.
Sin embargo las tortugas los dedican a salir al campo (¿echarán en falta su vida al aire libre, el verde, el azul,...?).
La mañana se presentaba bastante agradable para dar patadas a las piedras, por lo que se decidió salir a rodar hasta Aldealengua (ida y vuelta). Sin embargo, alguien madrugó más y fue colocando charcas por el camino –en alguna se le había ido la mano y aquello parecía media laguna-. Hubo quién comentó que “aquello sí que era cross y no lo que vendían en el rastrillo”.
En una loma nos encontramos con un hermano en armas vestido de romano, acompañado por su fiel compañera (la canina), que nos hizo levantar la cabeza –por la teoría-. Nos comentó que los caminos estaban intransitables y, a falta de polígrafo –necesario en este caso-, y que ninguno habíamos bajado el neopreno, decidimos tomar un desvío hacia el pueblo.
El regreso se hizo más cómodo aunque mis pies notaban la fría humedad de los calcetines. Al llegar a la city, conseguí deshacerme del tortugo mayor, enviándolo a buscar el coche que nos había acercado hasta la salida, quedándome con dos tortugas –tortugas, tortugas- y proseguimos el trote cochinero (un día tengo que cambiarlo por trote tortuguero) con un pequeño rodeo hasta el punto de origen. En definitiva que, a lo tonto, a lo tonto, metimos otros 11km pá la saca.
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