
Si un río pasa dos veces por el mismo sitio... ¿repite curso?
- El sábado te vi subir la rompecorazones con una equipación roja que me gustó.
- No es roja, es blanca. Lo que pasa es que en las cuestas me recaliento un poco.
Estábamos de vacaciones. O no !!!. Por que la preparación para este día ha sido intensa. Había ganas de ir a la Carrera del Rock and Roll de El Escorial, dar un paseo por una cuesta que llaman la rompecorazones, vamos…. La tropa la había pintado muy larga, muy dura y con final feliz. Y oye, sonaba bien, no?. Asín es que p’allá que nos fuimos las tortugas. Bueno, todas no. Tortug’Ana no pudo ir por impedimentos físicos. Una lástima. Al grupo se unió un galgo de primera: Sera y la señora de uno, que no corre pero anima.
Allí esperamos a Gemma y Oscar para completar la terna de Tortugas. El día espléndido en cuanto a temperatura, el ambiente en las calles de El Escorial magnífico y las piernas preparadas para 7.777 metros de nada. Se acerca la hora y nos preparamos: camiseta limpia, malla y zapas. Chip, pulsómetros, cronómetros, cremita para evitar posibles rozaduras, eau de runner, peinado de bello corporal, comprobación de índice glucémico, análisis para comprobar oxigeno en sangre, prueba de esfuerzo y listo.
Ejercicios y trote de calentamiento junto al Monasterio (marco incomparable para correr), saludos a la gente de Salamanca con la que coincidimos en todas las carreras (esto se va pereciendo a unas oposiciones de Magisterio: siempre los mismos), soltar nervios y nos colocamos en línea de salida, como siempre en cola. Cuenta atrás y a las 21:00 pistoletazo de salida. Niño Sera ya se colocó de los primeros, Gemma y Oscar se mezclaron con el grueso del pelotón y el resto aguantamos atrás a trote cochinero.
Primeros kilómetros tranquilos, con un pelotón estirado, primeras rampas que avisan pero no agotan, la gente animando por las calles. Por el kilómetro dos, segunda rampa un poco más larga pero soportable. Miro para atrás y no veo a la peña. Pero tengo que seguir. Sigue un tramo más tranquilo. Unas rectas con inclinación positiva donde recuperar aliento. Acabas y se oye música rockera. A estas alturas ya he aprendido lo que significa: no se acerca nada bueno. Al doblar a izquierda la tercera subida elegante de la jornada. La gente se va quedando, camina. O están agotados o guardan para más adelante. Esto no huele bien.
Allí esperamos a Gemma y Oscar para completar la terna de Tortugas. El día espléndido en cuanto a temperatura, el ambiente en las calles de El Escorial magnífico y las piernas preparadas para 7.777 metros de nada. Se acerca la hora y nos preparamos: camiseta limpia, malla y zapas. Chip, pulsómetros, cronómetros, cremita para evitar posibles rozaduras, eau de runner, peinado de bello corporal, comprobación de índice glucémico, análisis para comprobar oxigeno en sangre, prueba de esfuerzo y listo.
Ejercicios y trote de calentamiento junto al Monasterio (marco incomparable para correr), saludos a la gente de Salamanca con la que coincidimos en todas las carreras (esto se va pereciendo a unas oposiciones de Magisterio: siempre los mismos), soltar nervios y nos colocamos en línea de salida, como siempre en cola. Cuenta atrás y a las 21:00 pistoletazo de salida. Niño Sera ya se colocó de los primeros, Gemma y Oscar se mezclaron con el grueso del pelotón y el resto aguantamos atrás a trote cochinero.
Primeros kilómetros tranquilos, con un pelotón estirado, primeras rampas que avisan pero no agotan, la gente animando por las calles. Por el kilómetro dos, segunda rampa un poco más larga pero soportable. Miro para atrás y no veo a la peña. Pero tengo que seguir. Sigue un tramo más tranquilo. Unas rectas con inclinación positiva donde recuperar aliento. Acabas y se oye música rockera. A estas alturas ya he aprendido lo que significa: no se acerca nada bueno. Al doblar a izquierda la tercera subida elegante de la jornada. La gente se va quedando, camina. O están agotados o guardan para más adelante. Esto no huele bien.

Recuperamos en los siguientes llanos, por unas calles que guardan el secreto al final de ellas. Comienza una subida tendida, soportable. Después de algunos giros te encuentras con el puesto de avituallamiento, tomas el vaso del líquido elemento que te ofrecen y al levantar la cabeza para beber la ves. Ahí está, ahí está la cuesta de El Escorial, pletórica, exultante, llena de gente, cagolaputacuestadeloscojones: si no se le ve el fin!!!, guapa, guapa… El primer tramo se hace fácil, cuesta pero se sube. Repecho y otro tramo más jodido, vas desgastado pero el ánimo de la gente y tu amor propio hace que la subas con los dientes si hace falta.
Giro a izquierda y derecha de nuevo y aquí ya está la puntilla. Llevaba un rato oyendo música heavy y no quería creer que no hubiera acabado. La pared con la que te encuentras es en dos palabras: in precionante!!!. Por aquí había menos gente animando y a media cuesta decidí no caer rodando todo lo que había subido y la acabé con la lengua, digo caminando. Manos en las rodillas, vista al frente, respiración acompasada al ritmo y sin pensar. Los habitantes de esta zona debe recibir pocas visitas (sit. Oscar). Cuando culminas, la satisfacción por acabar el sufrimiento compensa, pero no tienes tiempo para disfrutar.
Lo que se avecina casi es peor que lo pasado. Los metros justos para recuperar, ver que no has dejado ningún miembro por el camino, que sigues entero y aparece una bajada hacia el centro de El Escorial vertiginosa. Aquí primero te sujetas porque piensas que los cuadriceps y las uñas de los pies van a ir a tomar por c… y tras ellos, el resto de tu cuerpo. Sujeta, sujeta… pero llega un momento en que la velocidad es tal que te acomodas a ella y pasas por las terrazas de meta como un vendaval. Ves que hay mucha gente, que por aquí están los tuyos pero no miras y sigues porque quieres terminar. Por fin meta.
Beber, estirar, esperar, respirar, disfrutar. El grupo de rock en el escenario de meta ambienta la llegada, la entrega de trofeos para los ganadores y se decide quien llevaba el mejor disfraz de rockero. Asearse, cambiarse de ropa y cena de gala en una de las mejores terrazas de la zona, junto al Monasterio del Escorial…
Las fotos que hemos conseguido las podéis ver en nuestro álbum y el vídeo del paso por la rompecorazones en este enlace.
Giro a izquierda y derecha de nuevo y aquí ya está la puntilla. Llevaba un rato oyendo música heavy y no quería creer que no hubiera acabado. La pared con la que te encuentras es en dos palabras: in precionante!!!. Por aquí había menos gente animando y a media cuesta decidí no caer rodando todo lo que había subido y la acabé con la lengua, digo caminando. Manos en las rodillas, vista al frente, respiración acompasada al ritmo y sin pensar. Los habitantes de esta zona debe recibir pocas visitas (sit. Oscar). Cuando culminas, la satisfacción por acabar el sufrimiento compensa, pero no tienes tiempo para disfrutar.

Beber, estirar, esperar, respirar, disfrutar. El grupo de rock en el escenario de meta ambienta la llegada, la entrega de trofeos para los ganadores y se decide quien llevaba el mejor disfraz de rockero. Asearse, cambiarse de ropa y cena de gala en una de las mejores terrazas de la zona, junto al Monasterio del Escorial…
Las fotos que hemos conseguido las podéis ver en nuestro álbum y el vídeo del paso por la rompecorazones en este enlace.
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