
Supongo que lo primero es presentarme.
Me llamó Ángel y soy una humilde tortuga, aún con contrato de prácticas. En realidad últimamente soy una tortuga de agua porque tengo la manía de estropearme las aletas y no me queda otra que buscar a mis presas en zonas acuáticas donde el impacto con el suelo no me daña más de lo que estoy.
Todo comenzó una mañana de domingo prontito como siempre. Ciudad Rodrigo esperaba a un grupo numeroso de tip@s con camisetas de colores y zapatillas horriblemente horteras por todas partes (¿por qué nos gustarán tanto los colores a los runeros?). Qué sería de un día de carrera sin un buen madrugón que despeje la cabeza. ¡¡Y además lloviendo!! no hay nada mejor… al menos para los que vamos a disfrutar viendo sufrir al resto. O sería mejor decir sufrir viendo sufrir porque hay momentos que mandaría uno las lesiones al carajo y se plantaría en medio del pelotón, ¡y si duele que duela con razón!
Pero no nos olvidemos de lo más importante, el futuro divorcio entre Ana y Manu, bombazo informativo: ¿¿¡¡Pues no dejaron al susodicho olvidado en una gasolinera como si fuera el abuelo en vacaciones de agosto!!?? Pena de no tener una cámara oculta cuando salió del cajero automático y vio que los coches pasaban por su cara dejándolo atrás. Un momentazo que diría Boris.
Sin más olvidos pero con algún reproche nos presentamos en Sancti Spiritus viendo como el cielo es negro, pero negro negro, aunque José Antonio no parara de ver soles ocultos por todas partes (seguiría viéndolos siendo casi de noche, supongo que el agotamiento de conducir, o de digerir la comida, vete tú a saber). Recogida de dorsales, tráfico ilegal de ellos y a tomar café al bar del pueblo como está mandado. Los que corren calientan, los que tienen cámaras dejan registro de todo y el resto pues ejercemos de mirones envidiosos: que si mira qué zapatillas, joder qué piernacas, con ese tío me cruzo en Salas Bajas pero siempre me dobla... vamos, lo de siempre.
Tres son los tortugas que se encargan de dejar el listón bien alto, el gran jefe Manu, JuanLuis, hermano de Luisa y Emilio, un nuevo conocido. El resto a los coches a sacar más fotos, todas las que se puedan aunque tengamos que ir a 60 por la autovía y camino de la meta para tener controlada toda la llegada. José Antonio se coloca ágilmente en el arco de meta, bueno, lo de ágilmente es un decir porque un servidor estuvo riéndose de él viendo los dolores que pasaba intentando ponerse en cuclillas y sentándose en una pata de una valla. Ains, que mala es la vejez !!!. Ana y Luisa colocando carteles y controlando la subida empedrada al pueblo, ¡¡esto parece lucha de guerrillas!! ¡¡¡Qué no se escape ninguno que vienen cansados!!!
Y la llegada como siempre conmovedora, pero no por ver quién gana o no sino porque emociona ver la lucha de cada uno. Unos gritan al ver un tiempo que se les había resistido antes, otros atrapan a sus hijos al vuelo para compartir el momento y casi todos sonríen porque completan la aventura. El que no haya estado en la recta final no conoce esa sensación de notar los escalofríos en la piel, el griterío que rodea y el arco al final que te llama. Nos quedaba pasar un pequeño susto con uno de los veteranos más veteranos del club de los veteranos que cerró la carrera con un orgullo que quisiéramos algunos pero al final nos despedimos hasta la próxima así que ahí se quedo la cosa. Las asistencias médicas podrían tener un poco más de cuidado pero bueno, eso es otro tema.
La carrera termina, solo han sido 21km, bah!!!, no ha sido nada, vamos a planear la siguiente. Todos contentos por sus tiempos, satisfechos de no haberse mojado demasiado y pensando en el banquete que ya se huele.
Pero antes hay que cruzar la frontera portuguesa y aventurarse en el no tan desconocido mundo del bacalao luso. Eso no eran raciones normales, era una masacre pesquera. Estoy seguro, desde ayer el bacalao entra en la lista de los animales en peligro de extinción por nuestra culpa. Y un paseo para bajar toda la ingesta no viene mal, y si está Almeida cerca y además tenemos a una cicerone privilegiada como Luisa,... pues no hay más que hablar. Y muralla va y foso viene (foso con cocodrilos por supuesto, ¿verdad Ana?), y caballas que buscan amores a primera vista y muchas risas más porque qué coño, lo de ser payaso se lleva en la sangre y además se contagia.
Y más o menos ahí terminó el día. Nos quedaba un regreso pasado por agua y agua y agua y más agua, pero que no se preocupe nadie, no hubo más abandonos y como dicen en las películas: “ningún Manu fue maltratado en el rodaje de esta historia”.
TORTUGA DE AGUA
Pero no quedamos que apagabamos los móviles en la gasolinera?. y que de gracias que luego le dejamos hacer pipi cuano lo pidió y no explotó como el abuelo Simpson,je, je.
ResponderEliminarEsto se lo hacemos siendo veterano del equipo, qué le pasará al nuvecito tortugo en la proxima expedición?.......
No sé, no sé,la crónica es de las de quitarse el sombrero, estáis poniendo el listón muy alto, sois unos literatos...
ResponderEliminarpero, pero, pero...
Lo de abandonar a todo un veterano, al corredor de guardia, en una gasolinera, sería una broma¿noooo?
Seguro que fue una broma, una gente tan estupenda como sois todos, y todas, nunca lo harían¿o si? no sé, no sé.
Lo dicho, no cambiéis nunca, no hay nada mejor que unos buenos amigos y tortugos.
La crónica es del montón, que yo soy de números¡¡
ResponderEliminarEl veterinario me ha dado permiso para empezar a salir de la pecera y tantear tierra firme.
Os mantendré informados¡¡¡