/* */ tortugas veloces: Los otros
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10 mayo 2012

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Los otros

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Si te haces un lifting en los muslos... ¿estiras las piernas?

Los domingos es el día de las largas. De las salidas largas. Y ahora que se acerca el buen tiempo, salir a una hora tempranera ayuda a volver menos sofocado y no sufrir tanto con el sol. Un domingo y a esas horas no hay mucha gente por la calle: los que se levantan para comprar los churros, el periódico y aprovechan para sacar a pasear al perro. Por lo general gente mayor. Alguno que todavía no se ha acostado y lleva una necesidad…

A esas horas puedes correr sin tener que ir sorteando al personal, vehículos, obstáculos o pidiendo mil excusas por pasar rozando unos hombros. A esas horas los pocos compañeros de ruta con los que te cruzas se suelen mostrar más proclives al saludo (tal vez por compartir un espacio/tiempo más exclusivo). A esas horas tienes tiempo de ir pensando en el trabajo, en la familia, en las amistades. Preparando planes de futuro o analizando y valorando situaciones pasadas.

Una de las mayores distracciones es mirar a la gente con la que te cruzas. Cada uno es peculiar. Los puedes ver caminando mirando al suelo, con cara de póker o de muy pocos amigos, en el coche, esperando el bus o algún taxi que les devuelva al lugar de descanso. Para los más, pasas totalmente inadvertido. En otros, aquellos con los que cruzas la mirada, tratas de adivinar lo que piensan en ese mismo instante: - Está mal de la cabeza. – Ya son ganas. – Mañana vuelvo a correr. – ¿Dónde vas pringao?!!!. - Mira otro que se cree Usain Bolt. – Pero si tiene barriga!!. – Que fuerza de voluntad!. – Con lo mayor que está..

Ellos son los del otro lado. Son los otros. Nunca van a entender que disfrutes madrugando, pasando calor o pasando frío. Nunca van a entender que dediques tiempo a algo que no sea estar sentado frente a una cerveza o frente al televisor o a cualquier otra actividad más sedentaria. Nunca van a entender que sufras, que te lesiones, que tengas que cambiar tus hábitos alimenticios, que te desplaces un montón de kilómetros para volver con una camiseta: - ¿otraaa?. Nunca van a entender el placer de no ganar.

Continúas corriendo y alcanzas a un grupo de mujeres uniformadas del "equipo Kalenji", firmes y dispuestas a recorrerse, a paso acelerado huyendo del acosador colesterol, media ciudad mientras ponen de vuelta y media a la otra. Ellas, a su modo, también son de este lado. Llegas a casa y estiras un poco en el portal. Los vecinos ya no se asustan al verte. Te saludan con un gesto de complicidad lastimero. Como tantos otros no entienden que, desde este lado, todo se ve más claro.


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