El pasado domingo 12 de mayo, en Asturias, se celebró la XII media maratón de la senda del oso, que transcurre, como su propio nombre indica, por la senda del oso, desde el pequeño pueblo de Tuñón, hasta San Martín de Teverga y aprovechando que uno de mis mejores amigos está allí, en Asturias, y que me comentó que había una media maratón el día después de su maratón de escalada en Quirós (a unos 20 min de Teverga), decidí sin pensármelo dos veces visitarlo y apuntarme a la carrera, aún sabiendo que era dura.
La senda del oso, era una antigua vía del tren por la que se transportaba carbón desde los concejos de Proaza y Teverga hacia Trubia. Cuando eliminaron esta ruta de trenes, la senda quedó en manos de la naturaleza autóctona hasta que decidieron rehabilitarla para crear la senda del oso, que toma su nombre por dos osas que, en 1996, encontraron huérfanas en una localidad cercana. Desde ese día, las dos osas viven en un gran recinto vallado donde disfrutan de su semi-libertad, y donde un grupo de expertos las da de comer todos los días y se preocupan de su estado. Son Paca y Tola.
Bueno, dicho esto, vayamos a describir las sensaciones de una carrera muy exigente pero la más bonita que he corrido hasta hoy.

Ya el día anterior estaba nervioso y con muchísimas ganas de que empezara la carrera, iba corriendo a todos los sitios, tenía muy buenas sensaciones, estaba muy emocionado. La noche del Sábado dormimos en Entrago, (a 1 km de San Martín de Teverga), donde existe un parking enorme al lado de un campo de futbol en el que la gente pone su tienda de campaña y pasa la noche allí. Los escaladores, con permiso siempre, han montado unos baños y unas duchas gratuitas para todos los que pasen allí el fin de semana escalando, haciendo una ruta, o lo que sea.
La mañana del domingo me levanté con más ganas si cabe y me fui a desayunar con mis amigos antes de que me acercaran a Tuñón para recoger el dorsal, me bebí un café. Me acercó una amiga que no había desayunado, paramos en un pueblo intermedio: Proaza, donde me tome un pincho y mi segundo café. Si ya estaba con ganas sin café, imaginaros con dos cafés en el cuerpo. No quería hacer otra cosa que correr, y correr, y correr...

Al llegar a Tuñón calenté, me hice alguna foto en la salida y comenzó mi aventura por tierra Astur. Los primeros 10 km, se me hicieron cortísimos, iba de cafeína hasta atrás y llevábamos un muy buen ritmo, iba contemplando ensimismado el paisaje asturiano del que tanto llevo disfrutando años y años. Me acoplé a un chico que me echó una mano al comienzo y al que desde aquí le agradezco su gesto ya que podría haber estado de la mitad hacia arriba pero como decía que no había entrenado, se quedó a mi ritmo un poco y me hizo de liebre. Cuando llegamos al kilómetro 15 por fin alcanzamos un hombrito que teníamos delante y, como ni mi liebre ni yo teníamos crono le preguntamos el tiempo que íbamos haciendo: “una hora y cuarto”. Esas malditas palabras, al decirnos eso nos vinimos ambos arriba y apretamos otro poco el ritmo: ¿sería posible que fuera a bajar de las dos horas?
Eh, pues no. En el kilometro 16 mi rodilla izquierda, con la que ya había tenido algún problema me avisó de que no iba a bajar de las dos horas, asique muy a mi pesar, tuve que dejar libre a mi liebre y me quedé solo para los últimos 5 km.
Esos malditos- benditos 5 últimos km, donde al bajar el ritmo, empecé a fijarme más en el paisaje, el cual era precioso: entre bosques, cañones, cuevas y puentes colgantes a la vez que mi energía iba disminuyendo. Empezó la batalla por no rendirme animándome a mi mismo ya que nadie animaba, pasaban ciclistas, caminantes, gente de la organización, del avituallamiento y nada, ni una palabra de ánimo asi que me animaba a mí mismo. Hasta que en el km 19 cuando ya creía que estaba todo perdido y que iba a desfallecer allí mismo ¡MILAGRO! mis amigos, que estaban escalando por esa zona, ya no me acordaba que estaban allí.

Empezaron a animarme, a correr a mi lado, eso me dio la fuerza necesaria para lograr terminar la carrera en un último kilometro mortal, cuesta arriba, muy feo pero después de mucho sufrir, sudar, y casi llorar entré en meta. Justo a 20 m de ella me dio un pinchazo en el gemelo derecho pero los ánimos de mis amigos unos kilómetros antes, mi pundonor y mi cabezonería, hicieron que entrara corriendo haciendo caso omiso al dolor, que después de estirar y andar otro poco se me pasó.
Lo logré, entré en meta sin pararme, aunque no logré bajar de las dos horas es mi mejor tiempo en una media y por ello estoy contento y dolorido. Gracias, Juanma, Pablo, Mou, Pipo, Toño y Mika por estar animándome cuando más lo necesitaba, muchísimas gracias. Por último quiero saludar desde aquí a los corredores del Club de Atletismo de Macotera que vi de lejos cuando terminé la carrera, me hubiera acercado a saludaros y felicitaros paisanos pero solo tenía fuerzas para bajar al parking otro kilometro para abajo, llegar a las duchas y abrazar a mis amigos, la próxima vez intentaré sacar fuerzas para saludaros compañeros, palabra de tortuga.
Lo dicho: mucho calor (he vuelto quemado), muy dura y muy bonita.
La senda del oso, era una antigua vía del tren por la que se transportaba carbón desde los concejos de Proaza y Teverga hacia Trubia. Cuando eliminaron esta ruta de trenes, la senda quedó en manos de la naturaleza autóctona hasta que decidieron rehabilitarla para crear la senda del oso, que toma su nombre por dos osas que, en 1996, encontraron huérfanas en una localidad cercana. Desde ese día, las dos osas viven en un gran recinto vallado donde disfrutan de su semi-libertad, y donde un grupo de expertos las da de comer todos los días y se preocupan de su estado. Son Paca y Tola.
Bueno, dicho esto, vayamos a describir las sensaciones de una carrera muy exigente pero la más bonita que he corrido hasta hoy.
Ya el día anterior estaba nervioso y con muchísimas ganas de que empezara la carrera, iba corriendo a todos los sitios, tenía muy buenas sensaciones, estaba muy emocionado. La noche del Sábado dormimos en Entrago, (a 1 km de San Martín de Teverga), donde existe un parking enorme al lado de un campo de futbol en el que la gente pone su tienda de campaña y pasa la noche allí. Los escaladores, con permiso siempre, han montado unos baños y unas duchas gratuitas para todos los que pasen allí el fin de semana escalando, haciendo una ruta, o lo que sea.
La mañana del domingo me levanté con más ganas si cabe y me fui a desayunar con mis amigos antes de que me acercaran a Tuñón para recoger el dorsal, me bebí un café. Me acercó una amiga que no había desayunado, paramos en un pueblo intermedio: Proaza, donde me tome un pincho y mi segundo café. Si ya estaba con ganas sin café, imaginaros con dos cafés en el cuerpo. No quería hacer otra cosa que correr, y correr, y correr...
Al llegar a Tuñón calenté, me hice alguna foto en la salida y comenzó mi aventura por tierra Astur. Los primeros 10 km, se me hicieron cortísimos, iba de cafeína hasta atrás y llevábamos un muy buen ritmo, iba contemplando ensimismado el paisaje asturiano del que tanto llevo disfrutando años y años. Me acoplé a un chico que me echó una mano al comienzo y al que desde aquí le agradezco su gesto ya que podría haber estado de la mitad hacia arriba pero como decía que no había entrenado, se quedó a mi ritmo un poco y me hizo de liebre. Cuando llegamos al kilómetro 15 por fin alcanzamos un hombrito que teníamos delante y, como ni mi liebre ni yo teníamos crono le preguntamos el tiempo que íbamos haciendo: “una hora y cuarto”. Esas malditas palabras, al decirnos eso nos vinimos ambos arriba y apretamos otro poco el ritmo: ¿sería posible que fuera a bajar de las dos horas?
Eh, pues no. En el kilometro 16 mi rodilla izquierda, con la que ya había tenido algún problema me avisó de que no iba a bajar de las dos horas, asique muy a mi pesar, tuve que dejar libre a mi liebre y me quedé solo para los últimos 5 km.
Esos malditos- benditos 5 últimos km, donde al bajar el ritmo, empecé a fijarme más en el paisaje, el cual era precioso: entre bosques, cañones, cuevas y puentes colgantes a la vez que mi energía iba disminuyendo. Empezó la batalla por no rendirme animándome a mi mismo ya que nadie animaba, pasaban ciclistas, caminantes, gente de la organización, del avituallamiento y nada, ni una palabra de ánimo asi que me animaba a mí mismo. Hasta que en el km 19 cuando ya creía que estaba todo perdido y que iba a desfallecer allí mismo ¡MILAGRO! mis amigos, que estaban escalando por esa zona, ya no me acordaba que estaban allí.
Empezaron a animarme, a correr a mi lado, eso me dio la fuerza necesaria para lograr terminar la carrera en un último kilometro mortal, cuesta arriba, muy feo pero después de mucho sufrir, sudar, y casi llorar entré en meta. Justo a 20 m de ella me dio un pinchazo en el gemelo derecho pero los ánimos de mis amigos unos kilómetros antes, mi pundonor y mi cabezonería, hicieron que entrara corriendo haciendo caso omiso al dolor, que después de estirar y andar otro poco se me pasó.
Lo logré, entré en meta sin pararme, aunque no logré bajar de las dos horas es mi mejor tiempo en una media y por ello estoy contento y dolorido. Gracias, Juanma, Pablo, Mou, Pipo, Toño y Mika por estar animándome cuando más lo necesitaba, muchísimas gracias. Por último quiero saludar desde aquí a los corredores del Club de Atletismo de Macotera que vi de lejos cuando terminé la carrera, me hubiera acercado a saludaros y felicitaros paisanos pero solo tenía fuerzas para bajar al parking otro kilometro para abajo, llegar a las duchas y abrazar a mis amigos, la próxima vez intentaré sacar fuerzas para saludaros compañeros, palabra de tortuga.
Lo dicho: mucho calor (he vuelto quemado), muy dura y muy bonita.

Buenas Tardes,
ResponderEliminarSoy Roque, uno de los tres componentes del Club Atletismo Macotera que estuvimos disfrutando, más que sufriendo, esta hermosa media.
Viendo las fotos, creo que te vi en la carrera y creo que te vi llegar... ¡Hombre!, habernos dicho algo, siempre nos gusta encontrarnos con conocidos de nuestro pueblo, o de nuestro Club y te hubiéramos echado una mano en lo que hubiera echo falta o acompañado.
Un abrazo,
Roque
Muchas gracias Roque, yo tambien disfrute más que sufrí, pero por problemas en la rodilla termine sufriendo, que le vamos a hacer. La verdad es que , cuando os ví, estaba tan exahusto que os ví pero ni se me ocurrió acercarme, solo pensaba en bajar al parking del km 20, que allí tenía la furgoneta un amigo con mis cosas, y pegarme un remojo en las duchas de ese parking. Para otra carrera os juro que saco fuerzas de donde sea para ir a saludar, que siempre alegra encontrarte paisanos.
EliminarUn abrazo,Sergio.
Después de leer tu crónica ya no hay dudas, será uno de los objetivos del 2014
EliminarUn saludo
@anserran31