
"Yo también cierro la boca cuando corro al lado de alguien para que no se note que me voy muriendo. XD"
En las subidas largas se les ve renquear, sumar esfuerzos, sacar ánimos de donde no los hay, fijarse un objetivo cercano y alcanzarlo. Fijarse otro. Mirar a quien le adelanta con indiferencia, esbozando una sonrisa cuando le dan ánimos, muchas veces sin dejar de mirar el asfalto para no calcular mentalmente la distancia ni el esfuerzo necesario para encumbrar y venirse abajo.
En las más de las ocasiones, su ritmo tranquilo exaspera a unos y alegra a aquellos que los adelantan sin pensar que posiblemente, unos kilómetros más adelante, les verán pasar y no podrán acelerar el paso para no perderlos.
Siempre se sitúan en las últimas zonas del pelotón de salida para tener perspectiva del personal, de la cantidad de incautos que, creyendo poder sacarles alguna ventaja, se colocan en las partes ventrales (no vamos a decir nada de quien se coloca en cabeza para intentar pillar tiempos. Posiblemente sean estos de los que, pasados los años, madrugan para coger sitio clavando la sombrilla en primera línea de playa).
Si los pudieras observar durante toda la carrera verías que llevan siempre el mismo ritmo tranquilo, tanto cuesta arriba (lo que jode) como cuesta abajo. Mentalmente deben de tararear alguna musiquilla o algún tantra que repiten y repiten hasta la saciedad o hasta que entran en meta, lo que les permite mantener el gas en su punto. Prueba si no a hablarles. Veras que no responden e incluso te pueden mirar de aquella manera.
Llenan los pelotones de todas las 10, medias, maratones y demás eventos runneros, Nunca (o casi nunca) ganarán. Se conforman con participar y luchan contra sí mismos, contra sus tiempos, sus limitaciones y siempre hay quien se aprovecha de ellos para que los lleven hasta el km 18, 19 ó 20. Muchos han aprendido con el paso de los años y tienen toda la sabiduría del veterano corredor popular resumida en: no me voy a romper.
La mayor parte de las veces pasan desapercibidos para la organización de la prueba a la que sólo interesa el número de participantes, para el público que la presencia que todo esto lo ve como un circo romano, para los patrocinadores a los que sólo interesa que consuman sus productos, para el grueso de corredores cuyo mayor interés es ganar ¿...?.
Ellos van a disfrutar, a correr con sus amigos, a terminar sufriendo pero con el objetivo cumplido, a demostrarse otra vez que son capaces de lograrlo y su mayor satisfacción es el saludo de ánimo de un familiar, de algún amigo o del desconocido que sabe del esfuerzo que supone. Es la mujer de edad que se ha preparado la carrera sólo para demostrarse a sí misma que era capaz, es el corredor/a novat@ que dentro de un tiempo tendrás detrás soplándote el cogote, el viejo corredor que no dejará de correr mientras el cuerpo aguante, o el corredor con sobrepeso que comienza esa etapa para adelgazar y que, con el paso del tiempo, puede llegar a acabar el maratón en sub3,...
Es gente que corre. Es gente a la que hay que respetar. Ellos son los mussambani de las carreras. Son trotones. Son diésel (...y algún eléctrico).
En las más de las ocasiones, su ritmo tranquilo exaspera a unos y alegra a aquellos que los adelantan sin pensar que posiblemente, unos kilómetros más adelante, les verán pasar y no podrán acelerar el paso para no perderlos.
Siempre se sitúan en las últimas zonas del pelotón de salida para tener perspectiva del personal, de la cantidad de incautos que, creyendo poder sacarles alguna ventaja, se colocan en las partes ventrales (no vamos a decir nada de quien se coloca en cabeza para intentar pillar tiempos. Posiblemente sean estos de los que, pasados los años, madrugan para coger sitio clavando la sombrilla en primera línea de playa).
Si los pudieras observar durante toda la carrera verías que llevan siempre el mismo ritmo tranquilo, tanto cuesta arriba (lo que jode) como cuesta abajo. Mentalmente deben de tararear alguna musiquilla o algún tantra que repiten y repiten hasta la saciedad o hasta que entran en meta, lo que les permite mantener el gas en su punto. Prueba si no a hablarles. Veras que no responden e incluso te pueden mirar de aquella manera.
Llenan los pelotones de todas las 10, medias, maratones y demás eventos runneros, Nunca (o casi nunca) ganarán. Se conforman con participar y luchan contra sí mismos, contra sus tiempos, sus limitaciones y siempre hay quien se aprovecha de ellos para que los lleven hasta el km 18, 19 ó 20. Muchos han aprendido con el paso de los años y tienen toda la sabiduría del veterano corredor popular resumida en: no me voy a romper.
La mayor parte de las veces pasan desapercibidos para la organización de la prueba a la que sólo interesa el número de participantes, para el público que la presencia que todo esto lo ve como un circo romano, para los patrocinadores a los que sólo interesa que consuman sus productos, para el grueso de corredores cuyo mayor interés es ganar ¿...?.
Ellos van a disfrutar, a correr con sus amigos, a terminar sufriendo pero con el objetivo cumplido, a demostrarse otra vez que son capaces de lograrlo y su mayor satisfacción es el saludo de ánimo de un familiar, de algún amigo o del desconocido que sabe del esfuerzo que supone. Es la mujer de edad que se ha preparado la carrera sólo para demostrarse a sí misma que era capaz, es el corredor/a novat@ que dentro de un tiempo tendrás detrás soplándote el cogote, el viejo corredor que no dejará de correr mientras el cuerpo aguante, o el corredor con sobrepeso que comienza esa etapa para adelgazar y que, con el paso del tiempo, puede llegar a acabar el maratón en sub3,...
Es gente que corre. Es gente a la que hay que respetar. Ellos son los mussambani de las carreras. Son trotones. Son diésel (...y algún eléctrico).
Wikipedia: mussambani
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