¿Me prestas un lápiz? —Si, pero no lo chupes. —Tfanquiglo.
Regresamos después de un merecido (¿) y largo descanso tras correr la III Media Maratón Ciudad de Salamanca, donde no se conseguieron los resultados deseados pero donde seguimos mejorando tiempos y agrandando nuestro afecto por esta carrera.
Este año circunstancias familiares y/o personales hicieron difícil la participación a algún@s de l@s tortugas y limitado a otr@s. Para el resto, las ganas de pasarlo bien y disfrutarla pudieron con todos contratiempos que fueron surgiendo. El próximo año intentaremos ser y estar “más y mejor”.
Alegrarnos por las marcas de l@s nuev@s tortugas, por la participación y finalización de otras para las que era la primera vez que hacían una media maratón: poco a poco, chic@s.
Sobre la carrera, como siempre, de diez. Una organización rozando la perfección que con el paso de las ediciones coge experiencia y renueva ilusiones al ver cómo responde la gente. Por supuesto que hubo fallos: dos mil catorce almas requieren dos mil catorce formas diferentes de atención y no a todas nos puede parecer correcta, pero en líneas generales se sigue primando este aspecto a cualquier otro como la masificación o una gran bolsa del corredor, por ejemplo.
Otro apartado a destacar es la actuación de los voluntarios. Sin ellos no sería posible conseguir gran parte de los objetivos que se proponen en cada edición: desde quien estaban en las zonas de avituallamiento hasta quien recorría el trazado en bicicleta por si surgía algún contratiempo como pudo suceder en un momento a la llegada a meta, Cruz Roja y el microbus escoba que supo pasar por zonas estrechas como el carril bici y no sobrepasó nunca a la última corredora: un gesto que se agradece cuando en otras carreras ves que quienes van últimos, y por tanto más apoyo pueden necesitar, son sobrepasados por el coche escoba o el vehículo de la Cruz Roja.
El punto negativo? Creo que la participación ciudadana. A excepción de puntos muy concretos: Plaza Mayor, cuesta Aldehuela, Meta,... no hubo mucha animación –a excepción de familiares y amigos- y, como en muchas otras carreras, aquí también hubo que alentar a los espectadores para que animaran. Tal vez el recorrido quede un tanto desangelado cuando sale al “desierto” del Zurguén, pero... hoy por hoy parece difícil paralizar la ciudad por que queden cortadas sus principales avenidas por el paso de una carrera. Y de cualquier forma, en otras participamos con menos ambiente: aquellas que van de un punto (pueblo, ciudad) a otro (ciudad, pueblo).
Que, como siempre, nos quedamos con ganas de más y que ya estamos esperando la próxima edición en la que seguro, la organización, nos sorprende con algo nuevo, que contará con todo nuestro apoyo.
Este año circunstancias familiares y/o personales hicieron difícil la participación a algún@s de l@s tortugas y limitado a otr@s. Para el resto, las ganas de pasarlo bien y disfrutarla pudieron con todos contratiempos que fueron surgiendo. El próximo año intentaremos ser y estar “más y mejor”.
Alegrarnos por las marcas de l@s nuev@s tortugas, por la participación y finalización de otras para las que era la primera vez que hacían una media maratón: poco a poco, chic@s.
Sobre la carrera, como siempre, de diez. Una organización rozando la perfección que con el paso de las ediciones coge experiencia y renueva ilusiones al ver cómo responde la gente. Por supuesto que hubo fallos: dos mil catorce almas requieren dos mil catorce formas diferentes de atención y no a todas nos puede parecer correcta, pero en líneas generales se sigue primando este aspecto a cualquier otro como la masificación o una gran bolsa del corredor, por ejemplo.
Otro apartado a destacar es la actuación de los voluntarios. Sin ellos no sería posible conseguir gran parte de los objetivos que se proponen en cada edición: desde quien estaban en las zonas de avituallamiento hasta quien recorría el trazado en bicicleta por si surgía algún contratiempo como pudo suceder en un momento a la llegada a meta, Cruz Roja y el microbus escoba que supo pasar por zonas estrechas como el carril bici y no sobrepasó nunca a la última corredora: un gesto que se agradece cuando en otras carreras ves que quienes van últimos, y por tanto más apoyo pueden necesitar, son sobrepasados por el coche escoba o el vehículo de la Cruz Roja.
El punto negativo? Creo que la participación ciudadana. A excepción de puntos muy concretos: Plaza Mayor, cuesta Aldehuela, Meta,... no hubo mucha animación –a excepción de familiares y amigos- y, como en muchas otras carreras, aquí también hubo que alentar a los espectadores para que animaran. Tal vez el recorrido quede un tanto desangelado cuando sale al “desierto” del Zurguén, pero... hoy por hoy parece difícil paralizar la ciudad por que queden cortadas sus principales avenidas por el paso de una carrera. Y de cualquier forma, en otras participamos con menos ambiente: aquellas que van de un punto (pueblo, ciudad) a otro (ciudad, pueblo).
Que, como siempre, nos quedamos con ganas de más y que ya estamos esperando la próxima edición en la que seguro, la organización, nos sorprende con algo nuevo, que contará con todo nuestro apoyo.
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